La particularidad llama la atención de los países industrializados que,
según el Protocolo de Kyoto, deben disminuir la emisión de gases de efecto invernadero entre el 2008 y el 2012. Estos países
ven en la especie una alternativa que podría ayudar a resolver un inquietante problema global y que lo haría, tal vez, a costos
más bajos que con otros procesos tecnológicos más complejos.